LA FLORA Y FAUNA EN TRUJILLO

Retomando la carretera hacia la sierra del departamento de Al Libertad, luego de los cultivos de caña de azúcar de Laredo empiezan las estribaciones cordilleranas donde se cobijan la Huaca de los Reyes y el complejo arqueológico Galindo, ambos de origen Moche. Desde esta zona, hasta llegar al puente Con Con, en la localidad de Poroto (500 msnm), tenemos la región Yunga, caracterizada por su orografía accidentada, que combina valles estrechos y quebradas. Aquí el clima es más templado y la agricultura más propicia. Tiene paisajes atractivos y bordeando el río Moche hay parajes óptimos para caminatas y campamentos. La carretera muestra cerros formados por rocas resquebrajadas que reflejan fuertemente el sol y dan al paisaje una belleza singular.
Siguiendo la ruta, todavía con el río Moche como acompañante, ingresamos a la región Quechua, ubicada entre los 2 300 y 3 500 msnm. Comprobamos fácilmente que ya estamos dentro de la zona cordillerana, con planicies fértiles protegidas por cerros y ubicadas a distintas alturas, donde se siembra papa, trigo y cebada, con los sembríos rodeados de bosques de eucalipto. Los pueblos más atractivos de la ruta son Salpo, Agallpampa, Yamobamba y Motil, en la provincia de Otuzco, que conservan muchas tradiciones andinas. El clima es frío, con una temperatura promedio anual entre 14 y 18 grados centígrados y con precipitaciones de 400 a 800 mm.
Más adelante, la carretera sigue subiendo y a partir de Cerro Sango el paisaje cambia completamente. Podemos ver dispersos sembríos de papa, ocas y habas, junto a raleados rebaños de ganado vacuno y lanar. La presencia del hombre es también escasa. Esta es la región Suni o Jalca, entre los 3 500 y 4 500 msnm. El poblado de Shorey y el asiento minero polimetálico de Quiruvilca, en la provincia de Santiago de Chuco, son los lugares mas atrayentes para los visitantes. Aquí el clima es más frío todavía, de 4 y 6 grados centígrados como promedio anual, con precipitaciones entre 900 y 1 000 mm. En Shorey parte el desvío que conduce a Santiago de Chuco, ciudad natal del gran poeta César Vallejo.

Siguiendo por la carretera llegamos a la Pampa de la Julia, ubicada sobre los 4 800 msnm y correspondiente a la región Puna, donde el frío es intenso. El ichu es casi la única forma vegetal que vemos. También pueden apreciarse, ocasionalmente, llamas y alpacas. Matizan el paisaje desolado algunas lagunas formadas por deshielos. En días de cielo despejado es posible divisar en el horizonte los nevados cordilleranos que forman la región Janca, de la que forman parte los glaciares.

Siguiendo por la carretera llegamos a la Pampa de la Julia, ubicada sobre los 4 800 msnm y correspondiente a la región Puna, donde el frío es intenso. El ichu es casi la única forma vegetal que vemos. También pueden apreciarse, ocasionalmente, llamas y alpacas. Matizan el paisaje desolado algunas lagunas formadas por deshielos. En días de cielo despejado es posible divisar en el horizonte los nevados cordilleranos que forman la región Janca, de la que forman parte los glaciares.
Luego volvemos a descender hacia la región Quechua, aproximándonos a la florida y próspera ciudad de Huamachuco (3 310 msnm). Si ascendemos 10 km por el camino afirmado que sube el cerro que vigila la ciudad, podemos contemplar la ciudadela preinca de Marcahuamachuco (3 750 msnm), desde cuya fortaleza es posible ver el profundo cañón que conduce a Cajabamba (hacia el norte) y el multicolor paisaje descendente de la cordillera (hacia el oriente).
Si deseamos permanecer en Huamachuco podremos disfrutar de sus vestigios culturales, sus fiestas populares, su gastronomía y, muy cerca de la ciudad, de las reconfortantes aguas termales de Yanasara y de la laguna de Sausacocha, un buen lugar para campamento y pesca deportiva.
El paisaje lejano lleno de bruma y bosques que se avisora desde Huamachuco es el inicio de la región de la Selva Alta o Rupa Rupa.
Podemos adentrarnos en ella si disponemos de un día más para seguir por la carretera de penetración rumbo a Chugay y Aricapampa. Luego de cruzar el Marañón podemos dirigimos a Pataz, en la provincia del mismo nombre, donde el clima va de templado a cálido, con intensa humedad y fértiles sembríos.
Cruzar el Marañón es una grata experiencia de la que no debe privarse ningún liberteño. El Marañón es el río más importante del Perú después del Amazonas. Fue conocido en tiempos de los incas como Hatunmayo (Río Grande). Los colonos que intentaron poblar la selva en el siglo XIX lo llamaron «serpiente de oro», por su accidentado y sinuoso recorrido y por la fertilidad que deja a su paso. Este último apelativo dio título a una novela del gran escritor peruano Ciro Alegría que evoca la vida de los balseros de este río en la zona de Calemar (distrito de Bambamarca, provincia de Bolívar).
Durante el siglo XVI se intentó bautizar al río Marañón con diversos nombres, entre ellos río de Orellana, río Dulce de Santa María, río de Jaén, río de Chachapoyas, etc., pero primó el nombre que le dieron los primeros exploradores: Marañón, que el cronista fraile Pedro Simón atribuye al rebelde Lope de Aguirre, que recorrió el río en 1560. Sin embargo, consta que el río ya era conocido como Marañón cuando fue surcado por Alonso de Alvarado en 1536; y habría sido llamado así por los primeros soldados que lo avistaron hacia 1542, sorprendidos al ver desde lejos su recorrido «enmarañado».
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